Durante años, el béisbol definió mi identidad. Era mi pasión, mi sueño. Pero cuando terminó mi viaje en el béisbol universitario, me encontré a la deriva, sin saber quién era ni qué quería. Los rechazos laborales agravaron mi sensación de pérdida, dejándome luchando con dudas y arrepentimiento.
Sin embargo, en medio de la incertidumbre, me topé con una valiosa lección del luchador de UFC Dustin Poirier: aceptar la derrota como catalizador del crecimiento . Sus palabras resonaron profundamente y me recordaron que los reveses no son fracasos sino oportunidades para aprender y evolucionar.
Abrazar la soledad se convirtió en mi refugio, permitiéndome hacer introspección y realinear mis prioridades. Reconocí la importancia de rodearme de personas que apoyaran mis aspiraciones, despojándome de influencias tóxicas en el camino.
Sobre todo, aprendí a anclarme en mi “por qué”, la fuerza impulsora detrás de mi viaje. Ya sea por realización personal o por legado familiar, comprender nuestras motivaciones nos permite capear las tormentas de la vida y afrontar los cambios de identidad con resiliencia.
Si está buscando descubrir su identidad, sepa que es un viaje de autodescubrimiento. Acepta los desafíos, mantente fiel a tu camino y confía en que la claridad surgirá a su debido tiempo. Después de todo, la verdadera esencia de quiénes somos no reside en nuestros logros pasados ni en nuestras aspiraciones futuras, sino en el camino hacia el devenir.
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